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lunes, 20 de febrero de 2012

Me gusta el color azul. Me encantan el negro y el blanco. Bueno, me gustan todos los colores. Me gustan las sonrisas de los demás, pero no la mía. Me gustan las conversaciones telefónicas que duran horas, aunque me gustan más cara a cara, por supuesto. Me gusta que me toquen el pelo, aunque a veces diga que no, para que no me despeinen. Me gusta morderme las uñas, pero sólo a ratos. Me gusta escuchar música. Me gusta el día, pero más la noche. Me encanta escuchar “te quiero” si viene de alguien que me importa, pero lo odio si es de alguien que no me conoce de nada, y lo dice por decir. Me gusta el olor del chocolate negro, aunque luego no me guste el chocolate negro. También el olor a fresa. Me gustan las fotos de mis amigos, siempre, pero no las mías. Me gusta que se preocupen por mí, y que me pregunten por mi vida, aunque les llame “cotillas y luego no les cuente nada. Me gustan las risas de los demás, las más raras, extrañas. Ésas que, si ya te estabas riendo, te dan más risa aún. Me gusta la fanta de naranja, pero no la de limón. La coca cola también me gusta, y de hecho me encanta. Me gusta ir de compras, sobretodo si es con mis amigos. Me encanta ir al cine, comer palomitas saladas, pero no dulces. Me gustan mis ojos, y como mucho, mis piernas, pero no mis pies. Los odio. Me gustan los retos, y las apuestas, aun a riesgo de perder. Odio madrugar. Me gusta la montaña, pero me encanta la playa, y me encanta tomar el sol, sea donde sea. Me gustan los abrazos, y que me den besos en la frente. Sin embargo, y por encima de todo esto, me gustas tú.

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